Este mediodía, al ir a tender la ropa recién lavada, he descubierto con sorpresa que la sábana bajera tenía un pequeño roto. Al estirarla en la cuerda he comprobado que es fruto del desgaste. La verdad es que llevaba tiempo viendo que el tejido (algo similar a cuadros rojos sobre fondo blanco) parecía estar perdiendo color por algunas zonas, sobre todo las centrales. Pero no se me había ocurrido que lo que realmente le estaba pasando no es que se decolorase, sino que la tela se estaba desgastando.
Puro uso y lavados frecuentes. Probablemente lleve cerca de 10 años poniéndolas, quita y pon con otro juego. Y lavándolas prácticamente todas las semanas. Pero como son de algodón y de alta calidad..., no sé, no me planteaba que pudiesen romperse por puro desgaste.
No sé si serían éstas o las otras, las de color pistacho con detalles azul marino que alterno con éstas blancas con detalles rojos (parecen lunares pero son diminutas mariquitas, parecen cuadros pero realmente son líneas finas de color rojo que se entrecruzan en diagonal) las que tenía puestas las última vez que durmió conmigo, de esto hace ya más de dos años y medio. O si sería ésta que se ha roto, por desgaste, la cubría el colchón la última tarde que estuvo desnudo en mi cama, hace exactamente año y medio y seis días.
No lo sé. Es de esos detalles que, francamente, no recuerdo. Igual porque no pensé que serían 'la última vez'. O..., o quizá sí, porque hace mucho que empecé a tener claro que cada noche podía ser la última...
Algún día escribiré sobre aquella última noche, aquel 15 de agosto en que sí se me pasó por la cabeza exactamente eso: ésta es la última vez...
Da igual.
No creo que nunca se fijase en cómo eran mis sábanas.
Sé que tengo que comprar una nueva sábana bajera. Dudo si blanca, si roja, si quizá negra..., tal vez gris sea la mejor opción: cualquiera de esos colores combinará perfectamente con la sábana superior y la funda de almohada, que están nuevas. O eso pienso.
No conocerá esa nueva sábana. Eso también lo sé.
La sábana se ha desgastado por el uso, por cuidarla a base de lavados cortos, tendido al aire libre y al sol de mediodía, por plancharla ligeramente húmeda. Se ha desgastado por los años, porque es de algodón, por dormir sobre ella.
Nuestra relación ni siquiera se desgastó. Yo la cuidaba, pero no fue por eso por lo que terminó sin desgastes: simplemente para él no existió relación alguna.
Yo nunca dejé de quererle. Él no me quiso nunca.
Y esas dos frases bastan para resumir y explicar el inicio, nudo y desenlace de algo que ni siquiera llegó a existir.